La dedicación a actividades creativas y mentales dentro de una ciudad, determina el tipo de inteligencia que la opera y no al revés. La liberación de la mente, para ser usada correctamente en el análisis de la realidad y como plataforma para el crear, no es más que un reordenamiento sobre su uso, es decir, el uso de ésta en primer lugar sobre “los sentidos”. El tipo de comida ingerida regularmente juega una parte fundamental en esto por ser base sensorial inevitable.
Los sentidos reportan un impulso cuya intensidad depende de su ejercitación. Una sobre ejercitación causará eventualmente una fuerte resistencia para su dominación pues una mayor cantidad de corriente eléctrica pasará a través de ellos, engrosándolos paulatinamente y haciendo difícil redireccionar las intenciones, propósitos, dado que se convierten en canales de cada vez menor resistencia sin control para energía en una dirección, y en la otra desensibilizados por agotamiento y requiriendo estimulaciones cada vez más fuertes para “sentir Vida”; se convierten así en “caballos en huida”. Por esto, un alimento adecuado es tan importante como la base de partida para la ciudad Ambra en cuanto a ser un verdadero vehículo de inteligencia dirigida, e inseparable de la eficiencia de la propia ciudad.
Como consecuencia del gran —y necesario en toda civilización— progreso industrial, la humanidad en general ha desarrollado la costumbre de comer mucho más de lo que requiere; alguna voz autorizada advertía ya hace un siglo que el ser humano en general estaba comiendo unas cuatro veces más de lo que realmente necesita. De la misma forma, se ha creado la percepción engañosa sobre la necesidad de un alto consumo de proteína o carne, percepción fácilmente inducida por el placer que puede causar en el paladar y referencia del estatus social del consumidor. En esta época moderna y de acceso a la información, todo interesado puede corroborar las muy bajas necesidades reales de proteína en general del cuerpo humano y la no necesidad de consumir el cuerpo de animal alguno. Una simple combinación de semillas, algunas raíces y hojas verdes, y un poco de leche, bastarían para cumplir con las necesidades nutrimentales y calóricas. ¿Te parece viable esta afirmación? ¿Qué tipo de preparación requeriría una dieta así?
Como el artículo anterior en esta serie menciona, el arte culinario no solo debe continuar sino incentivarse como toda expresión creativa y de sano disfrute del ser humano, y en Ambra ha de encontrar también su lugar y es tema aparte. Este punto habla específicamente del desarrollo de una dieta regular, eficiente tanto en sus componentes como por la poca necesidad de preparación; aquella que puede substituir a la que ocuparía la mayor parte del gasto y tiempo en lo cotidiano, encadenando las actividades de unos por debilidad ante el placer, y de otros, los más pobres, tristemente por necesidad.]
Una respuesta a “Las Cadenas del Gusto”