El artículo anterior en esta línea, estima el número total en el mundo de la población más vulnerable: los niños y jóvenes en riesgo por lazos familiares rotos u orfandad. Esta estimación suma a la niñez y juventud en riesgo empezando por aquella debido a violencia dentro de la familia, más la vulnerable debido a alta pobreza y además aquella por la total inexistencia de lazos familiares y completa sobrevivencia en las calles. ¿De qué tamaño es la actual fuerza de la compasión para arreglar este problema?
Nuestro esfuerzo se enfoca en México como la nación guía para lograr un modelo que a futuro pueda ser replicado en todo lugar del planeta, modelo que no se base en el asistencialismo ni en la necesidad de obtener donativos. Afirmamos que el tamaño, diversidad de condiciones, gran producción económica y diferencias entre el progreso de sus regiones, complejidades, y dispersión poblacional de este país son una muy buena representación a escala de la misma diversidad del planeta en su conjunto. Si podemos entender a este país, podríamos ofrecer una solución para el mundo.
Tanto de organismos internacionales como locales, las mediciones oficiales de orfandad están muy por debajo de las estimaciones de la población de menores que está sufriendo alguna condición de vulnerabilidad, aun así, nos dan una clara idea de la todavía muy menor fuerza de la compasión presente. En México, las mediciones oficiales van desde tan solo unos cuatrocientos mil, hasta más de un millón y medio de menores en la orfandad, mientras que el censo de casas hogar u orfanatos indica una atención a tan solo treinta mil menores. Así no considerásemos las espeluznantes cifras de menores vulnerables que el artículo anterior menciona, la relación entre los vulnerables medidos y los que reciben atención contabilizados nos indica que en el mejor de los casos, ni siquiera el diez por ciento de los menores en orfandad es debidamente atendido.
Este problema pasa desapercibido por la gran mayoría humana, y, si se nos permite ser severos en este artículo, afirmamos que el motivo no es otro que un glamur o ilusión de la gravedad de los propios “problemas” personales; una preocupación desmedida por la supervivencia propia que obstruye la solidaridad humana y el participar activamente en el desarrollo de soluciones. Para el individuo trabajando en este punto de la iniciativa Ambra, la limitación de las circunstancias personales debe ser aliado y no un lastre, debe aprender a usar correctamente sus alcances actuales para ser vehículo de acciones que participen en recomponer al mundo, y ampliándolos paulatinamente gracias a este mismo trabajo.]
Una respuesta a “La Fuerza de la Compasión”