El perdurar de un mundo, su victoria, ocurre cuando este ha logrado que los deseos de todos sus elementos constituyentes se expresen de forma ordenada, y es entonces cuando puede contemplarse el propósito que dicho mundo manifiesta como función global, o sea, como grupo. Es la interacción perfecta de las partes, la música.
El encuentro de la juntura entre estos deseos de las partes respecto al “deseo grupal”, aparentemente en conflicto como lo son los conceptos de altruismo y egoísmo, es una tarea en la que no se trata propiamente de crear algo sino solo de descubrir, pues el hecho de que elementos pertenezcan a un mismo mundo es la evidencia de que esta juntura, es decir, de que la harmonía, ya existe y es solo cuestión de ajustar un ritmo. Si bien estos conceptos elaboran sobre lo ya dicho en el artículo previo de esta serie en la categoría “interacción con el mundo”, la idea que el presente brevísimo artículo desea dejar en la mente de aquellos interesados en este punto y que lleve a la iniciativa Ambra a efectivamente mostrar otra forma de vivir, es entender que todo deseo humano es legítimo y que su fuente en el nivel más original, en verdad está de acuerdo con los valores más altos y altruistas que podemos imaginar; en otras palabras, que todo deseo en su forma pura es vehículo del bien.
Cerramos este texto con una frase para reflexionar en lo dicho: Hay que cuidar que el esfuerzo no esté tan enfocado en eliminar el mal, que terminemos arrancando al bien junto con él.]
Una respuesta a “Continuidad”