Mostrar otra forma de vivir, interacción con el mundo, y harmonía, son los tres conceptos con los que el punto cuatro de Ambra se ha presentado a lo largo de artículos y referencias anteriores al presente texto, esto debido a que solo mediante ellos tres en su conjunto es posible dar una explicación sucinta pero completa de su naturaleza. El artículo anterior en esta serie habla de “continuidad“, y en este pretendemos seguir en esta línea entonando al interesado y equipo actual trabajando en este punto, sobre un cuarto concepto que es síntesis de los tres mencionados: la voluntad de relacionarse.
Voluntad de relacionarse entre entes o conceptos que pueden parecer opuestos, o bien que uno se percibe a sí mismo como superior desde su propia perspectiva respecto al otro. ¿Qué les da esa opuesta naturaleza mientras a su vez perduran las ganas de relacionarse en un mismo mundo? ¿Dónde está la continuidad entre sus existencias y qué les permite o permitiría pertenecer a una misma esfera de desarrollo?: Es el alimento que reconocen les da propósito a su existencia o en otras palabras, la sensación de saberse útiles, coherentes, para un fin, o sea, la satisfacción. De forma consciente o inconsciente, es decir, de forma altruista o egoísta, ambos perciben que necesitan del otro para esa satisfacción. Solo mediante la interacción de dos y de naturaleza más que opuesta, complementaria, fluye vida.
Entonces el correcto interactuar en harmonía con un mundo que se percibe opuesto por querer mostrarle otra forma de vivir, es en realidad entender que es un complemento propio y ello demostrado por el mismo interés, ganas, de interactuar con este. Es crear música, permitiendo que los sonidos más comunes, o sea, los más establecidos y que se manifiestan con menor resistencia, afloren primero y de forma abundante para activar un flujo de energía, para entonces absorberse en otro sonido que busca llevar el ritmo al ser más inclusivo, gestante, de una nueva realidad. Poco a poco así teñir o rectificar a los sonidos primeros como puros en su función, abandonando ruido o excedentes de su razón fundamental de proveer algo específico, especializado.
Reflexiónese en estos abstractos principios. La descripción anterior quizá sea algo abstrusa para muchos, pero el esfuerzo en darle profunda atención como patrón de interacción entre Ambra y el mundo exterior, rendirá frutos. Debe desembocar en uno o varios procedimientos que hagan “una música” con ambos, una perfecta y harmoniosa melodía, rectificando, poco a poco, la forma de ser completa en el planeta.]