La Afirmación

La afirmación de la fundación I12, para el conocimiento de los estudiosos en pro de la mejora mundial en general, en todo tema, y de los que han escogido con sinceridad el servicio público:

Miramos con atención, que se ha levantado un orden de interrelación entre las naciones que llevan a implementar —por los grupos que gobiernan y los que comercian— ciertos modelos aceptados para el progreso mundial, así como ciertos valores globales que buscan fomentar la tolerancia entre una llamada pluralidad, mientras el alma del conjunto humano busca algo inédito en la novedad que ofrecen las invenciones en la esfera tangible. Así también observamos que las autoridades filosóficas y contemplativas se han diluido en el mar de dogmas, creencias y axiomas que fueron fundados en un pasado, y que hoy no existe un piso ontológico que ofrezca al individuo una visión universal tan cierta para este como para otros y que le lleve a construir un sano colectivo, guiando a los que nacen hacia una permanente aspiración por la Bondad, la Justicia y la Verdadera Fraternidad.

Bajo ciertas innegables evaluaciones, se puede defender que el mundo es mejor ahora que antes y que la añoranza por tiempos pasados tiene un error conceptual. Coincidimos y afirmamos que el pasado nunca puede ser mejor que el presente, pues ello no encuentra sentido con el deseo natural de investigar y llevar a más lo descubierto por el intelecto, y por ello aseveramos también que el mundo peligra si deja de mirar hacia lo que podría ser, haciendo lo mismo que hacía pero ahora con las novedades que provee el desarrollo material. Por esto mismo, en la aceptación de que la civilización es mejor que antes, es aún más inaceptable los fracasos que los modelos implementados traen consigo como lo es que un gran sector de la humanidad no pueda aspirar a más; a más de lo que sabe o a más de lo que hace, independientemente de su posición en la sociedad. Los modelos de pensamiento y distribución del trabajo actuales niegan la opción de entender cuál es, pero sobre todo, dónde y cómo se encuentra la verdadera felicidad de un individuo y que nunca, esa verdadera felicidad, afirmamos, estará en desacuerdo con la necesidad del colectivo como se ha creído.

Afirmamos que nosotros sabemos cómo se puede traer un mundo de paz que se levante sobre el fundamento que es la gloria de la realización de los deseos humanos, mismos que, limpios, son de carácter bueno y brillante. Tenemos la intención de llamar a todo aquel que quiera colaborar en la reforma gradual de ciertos principios generalmente aceptados en la época que transcurre, para aceptar que puede ser establecido un sistema superior a lo que se entiende hoy por democracia, partiendo de esta misma, y restablecer los cimientos de una civilización que pueda pasar del aprendizaje por la severidad de los errores a una de desarrollo por la sabia dirección.

Es suficiente que exista un solo mendigo en el mundo para que nosotros nos atrevamos a afirmar que una “civilización” que los genera o los permite, es un fracaso. Que es un fracaso el denominarla así pues en ese hecho se demuestra que no existe aún suficiente presencia regente en ella del principio que impulsa todas las motivaciones verdaderamente correctas en el ser humano. Pocas esperanzas aún vemos en la juventud en general pues a pesar de que se le ve más vibrante, sigue prefiriendo obtener en lugar de crear. Pero cada vez más, sabemos, encarnará en la novedad por fin lo inédito.

Se ha de reconocer no muy lejos en el horizonte que es un error el enaltecer las diferencias, siendo ello un mal entendimiento de lo que se ha llamado pluralismo. Enaltecimiento que, si bien ha sido impulsado por muchos bienintencionados en la búsqueda de crear paz, olvidan que ese estado, el de tolerar, no puede traerla como tampoco puede la intolerancia pues solo se busca tolerar aquello por lo que se ha abandonado posibilidad de entendimiento. Así, tolerantes y tolerados, por igual, poca oportunidad tienen de acceder al mundo de la templanza entendida como el efecto de comprender causas y propósitos. Una condición equívoca es inevitable si el enfoque de la retórica está en lo que aparentemente nos separa, que pura forma temporal es y un objetivo corto en sí misma manifiesta. Solo es posible amar y embellecer aquello que en alguna medida se comprende como igual en su nivel trascendente.

Han cambiado formas en lo tangible dando la ilusión de innovación, ilusión pues en su inmediata aplicación siguen reflejando los mismos espejismos de felicidad que humanos de antaño codiciaron. Esas formas, en todo rubro, han cambiado por el gran desarrollo mental de la vanguardia humana pero ha olvidado elevar su mirada hacia lo que antiguamente se ha llamado Virtud, y he aquí la tragedia, pues usa lo descubierto para nada, entendiendo nada, como el buscar ser más de como ya es y no como más bello podría ser en la manifestación de su propia vida.

¿Cómo entonces un sistema que solo satisfaga la visión de mayorías puede llevar a evolucionar sin dolor? ¿Y cómo asegurar que uno de visón de minorías lleve a la evolución y no a la involución? Afirmamos que esta dicotomía es irresoluble si ante el par en oposición se excluye un tercer factor: lo que un individuo siente en su propio corazón. Si bien celebramos la aparición de nuevos liderazgos por elección abierta de los muchos, que son necesarios y deseables para restaurar el equilibrio cuando el péndulo ha alcanzado su extremo, afirmamos que la democracia no es el mejor de los sistemas que puede crearse. Afirmamos que si bien ha sido necesaria la experiencia democrática y está con suficiencia consolidada en las naciones de avanzada, y que es legítimo su desarrollo en cierta etapa de las civilizaciones, que existe otro sistema, uno que le sigue, colocando de nuevo en Justicia a los que deben dirigir para el beneficio de los muchos: la jerarquía de los que tienen la capacidad de dar mucho más de lo que tienen interés en pedir, ya sea para la materia o para lo que consideran su propia alma. Hay madurez en muchas regiones para comprender que algo más que “la democracia” se puede crear. Todas las bases teóricas y prácticas para ello no son un secreto, están en el manifiesto que nos rige, que integra todos los aspectos generales de entendimiento que son necesarios para el establecimiento de tal sistema y que incluye modelos de bella transición, si es que hubiera menos egoísmo y posesión de los que están o tienen posibilidad de estar en lugares de poder o toma de decisión. Afirmamos que tendremos que construir un ejemplo, un faro o cuantos sean necesarios, para todas las naciones, de lo que puede ser si el ser humano renuncia a las satisfacciones vanas y sentido de separación del resto de lo existente, entendiendo que hay una sola existencia que vive y evoluciona. Construir una gran máquina que sea capaz y eficiente en extraer el oro que son los miles de corazones atrapados en las más yermas y relegadas arideces del desarrollo de la civilización actual.

Si bien sabemos que la gran parte de los líderes no encarnan un estado que pueda llevar a más de lo que el ser humano es, sabemos también de los auténticos luchadores por la mejora y en ciertos casos reforma mundial, y su autenticidad radica en que son capaces de ver en el otro, en el que no piensa como ellos, a la verdad que están incapacitados para detectar, y en ese reconocimiento, pueden llegar a amar a su oponente. ¿Qué tantos de estos auténticos hay? Confiamos en que todos ellos encuentren resonancia con los principios que exponemos, mismos que no traen más recompensa que ver la alegría en los ojos de un prójimo realizado y levantado de su condición de sufrimiento anterior.

La mente actual del ser humano es suficientemente capaz para explorar, entender y formar un nuevo orden, pero mientras no se inicie un esfuerzo a nivel individual de renunciar a vicios en tantas formas, evidentes u ocultas, un contacto iniciado por nuestra parte es de ineficaz resultado pues son el origen de la apatía, indiferencia o falta de fuerza y constancia; son el origen de todo interés egoísta por más pequeño que sea.

Por todo lo anteriormente afirmado, nuestra fundación declara:

Que está abierta y dispuesta a trabajar con esos mencionados individuos auténticos que se encuentran dispersos por todas las organizaciones gubernamentales, civiles, religiosas, comerciales y partidos políticos, en toda nación, por el contacto derivado de una actividad concreta que influencie hacia los altos ideales a su entorno más cercano, ya sea donde habitan o donde sus talentos nutren.

Que está abierta para guiar y colaborar con los que quieran abandonar el debate que busca vencer a su oponente por el debate que busca encontrar una verdad superior a las proposiciones contrapuestas, esos que se encuentran en todo rincón quizá un poco aislados debido al rol que sienten en el corazón de aspiración a ser mediador entre el mundo como es y como advierten podría ser, que luchan de forma individual o en compactos grupos por influir donde mejor consideran que pueden aportar, y buscan llevar una vida que tienda hacia lo incorruptible.

Así también declaramos, que quien desee colaborar aún más estrechamente con nosotros y crear ese mencionado ejemplo para las naciones, ha de saber que el servicio total hacia lo que está por encima del ser humano debe ser aceptado en su conciencia, esto es, que a pesar de poseer una mente inquisitiva y vibrante que lleva de forma natural a cuestionarlo todo, persiste, o ha renacido, en su corazón, la seguridad de que lo que llamamos Universo es más de lo que los ojos pueden ver, que nuestra capacidad de decir “existo” es la prueba, que el tamaño de la realidad, con lo poco que podemos detectar de ella y aun así abrumante en su dimensión, que se revela en la sencillez mas no simpleza de una noche estrellada, es prueba del sentido superior e interrelación de todos los fenómenos que ocurren dentro y fuera de nuestro mundo. Es decir, que el concepto de lo que el ser humano ha podido detectar como “Dios”, perdura, ahora en un entendimiento más amplio de lo que en estos tiempos —para desgracia del origen sublime de la palabra— se entiende por “religión”; ha de tener firmemente asentado en su corazón que somos parte de un organismo inconmensurable, perfecto, y que reflejamos sus aspectos, pero sobre todo… que tiene un Propósito. Ese propósito es detectado en la mente del ser humano como VIRTUD, que no es simplemente aquello que da fuerza a las cosas para producir efectos sino lo que en esa fuerza perfecciona al individuo y al colectivo, siempre, al mismo tiempo. Que no pretendemos destruir la religión sino restaurar su sentido y limpiarla de todos los errores que se han cometido, unos sin dolo y otros por el vicio de sentirnos diferentes unos de los otros y no solo en distintas etapas de desarrollo.

Así, sin revelar detalles de nuestro número ni de nuestras personalidades que por sí solas valen nada, reiteramos que estamos abiertos a todo aquel que esté de acuerdo con lo expresado en este texto.

A la gloria del origen de la Vida.

Amor y Justicia.]

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